Vamos a empezar este blog incumpliendo la primera (y única) norma que he impuesto: decir el nombre del Pecador. Desvelaremos el misterio al final del post ;).
El Pecador trabajaba en una tienda de informática y un buen día decide coger el e-mail, la máquina más poderosa para quejarse puesto que no hay que dar la cara y no tienes que pensar rápido para replicar al que está al otro lado y enviar un 'hot-email' a la empresa que le montaba los ordenadores que vendían en tienda. Todo ufano, él, y con la energía que da saber que alguien ha metido la pata y que hay que hacérselo saber.
Faltaría más. Es español. Puede fallar, pero los demás no.
El Pecador debía tener un mal día; habría dormido poco, habría dormido demasiado o, quizá, tenía sólo ganas de tocar las narices. Iba a hacer referencia a que igual tenía necesidades insatisfechas, pero no puedo afirmarlo. Al menos no rotundamente ;).
El caso es que la queja era muy clara: los que habían montado el ordenador habían puesto TANTA Y TANTA silicona en el procesador que se había escurrido y había ido a parar a la tarjeta gráfica (para los que jamás han montado un ordenador, decir que se pone un poquito de silicona entre el procesador y la placa base, para bajar la temperatura del procesador. O algo así).
Que qué poco cuidado, que qué poca profesionalidad, que a ver si tenéis más cuidado, copón sagrau. Y un largo correo al respecto regodeándose en el error.
Los informáticos ya sabrán el final de la historia: realmente no había tal fallo, sino que "el churretón de silicona" era una especie de pegamento que se pone en algunas piezas de los ordenadores para evitar que se suelten si me mueven bruscamente.
Así que tras el cachondeo general, los técnicos del fabricante le hicieron ver su error de forma extremadamente educada, aunque de fondo, en el subconsciente, las carcajadas y las pedorretas se oían muy muy, pero que muy, alto.
El Bocazas, rojo hasta arriba, no tuvo otro remedio que disculparse. Qué iba a hacer. Supuso que en cuatro días, todo olvidado.
Hasta aquí una anécdota más, que no había finalizado. Años después, El Bocazas entró a trabajar en ese fabricante...y descubrió que la pesadilla seguía: ese e-mail de queja se había propagado por toda la empresa y a modo de bienvenida, se lo pasaron por la jeta para escarnio general. De buen rollo y tal, pero El Bocazas, tuvo que agachar las orejas y tragarse su orgullo.
A fin de cuentas, se lo merecía.
¿A alguien le queda alguna duda a estas alturas?. El bocazas era el aquí firmante. Y la empresa, mi actual empresa.
Aún se oyen los ecos de las risas en los días de lluvia ;).
Jjjjjjjjjj o e brasileño kkkkkkkkk, felicidades por el blog estoy segura q nos vamos a divertir mucho, besados. Fabi
ResponderEliminarGracias Fabi!. Un besazo y espero que rescates de tu memoria anécdotas, porque tú y JM tenéis que andar sobrados de ellas ;)
ResponderEliminarEsta ya me la sabia!!!!! quien me la contó??? de eso ya no me acuerdo, algun cabroncete, jejejeje. o quiza fuiste tu Luis.
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