sábado, 21 de enero de 2012

Hola. Soy Hacker e Idiota. ¡Ríanse de mí!

No te preocupes, chata. A ello vamos. Tus deseos son órdenes.

No todo el mundo puede robar, está claro.

Leyendo la prensa "seria", si por seria se puede entender a periódicos como El Mundo, El País o subjetivo-panfletos similares, nos damos cuenta de ello.

Ladrones que se quedan dormidos en la casa a la que entran a robar, después de copular. O los que se dejan un comprobante de un pago con tarjeta en el domicilio robado. O aquellos que se pusieron a enredar con el ordenador de la casa que estaban robando...sin darse cuenta de que estaba encendido y con la webcam en marcha.

No me resisto a contar alguna más: el que manda un 'anónimo' amenazando a un conocido...en un folio con el membrete de la empresa en la que trabajaba. O el que roba un coche sin apenas gasolina y llena el depósito pagando con tarjeta.

En fin. Un sinfín de que gente que se da cuenta 10 minutos tarde que robar tampoco es lo suyo. Insisto en lo de "tampoco" porque me da a mí que la lista de "pa-esto-no-sirvo" de este tipo de personas es más larga que la lista de personas que se han reído de Remedios Cervantes en las últimas semanas, tras su espectacular actuación en el programa de Carlos Sobera. 

La chica cuyo caso voy a contar ahora creo que puede entrar dentro de este grupo de Lumbreras Sin Fronteras, con el agravante de que a esta mujer su robo pudo salirle caro. 

Esta anécdota no me ha pasado a mí. Sólo me la han contado y, por suerte o desgracia, conozco a todas las partes y puedo dar fe de que es cierta.

Esto me lo contó un amigo mío informático. Algo más que amigo, pero no vamos a entrar en detalles.

Un día fue a comer a casa de su suegra. Se acababa de poner ADSL hacía pocos días. La mujer le comenta que había una luz parpadeando continuamente en "el cacharro ese" (el router). Le preguntó a mi amigo si esto era normal.

La luz que parpadeaba era la que indicaba que alguien estaba usando internet. Y en casa de la suegra el ordenador estaba más apagado que las luces del Aeropuerto de Castellón (el que no ha visto un avión nunca). Por si hay algún despistado, decir que esto normalmente significa que algún vecino está haciendo bueno el refrán ese de "compartir es vivir". Vivir la experiencia del ADSL gratuita compartiendo por el morro el ADSL del vecino, claro.

El yerno empieza a indagar, porque la contraseña del router se las traía. No es de las que esos programitas que hay por ahí y que nadie reconocer usar, podría sacar fácilmente. Así que le pregunta a la suegra si alguien más ha visto la contraseña.

Resultaba que una vecina, la muy desgraciada, al contarle que se había puesto ADSL por fin, se ofreció voluntariamente a hacerle pruebas y ver si le funcionaba bien, a velocidad correcta. Así que aprovechando que hacía las pruebas, se apuntó la contraseña. Para probar si funcionaba también desde su casa, claro.

Así que la tipa esta se aprovechó de la mujer mayor para afanarle el ADSL. 

No estoy a favor de que nadie le robe el ADSL a nadie, pero reconozco que hay niveles: si te lo curras y revientas la seguridad, pues bueno...eres un ladrón, pero (no sé el porqué) haces algo así como gracia. Eres un hacker, no un ladrón. Ohhhhh. Y si uno no se molesta en proteger lo suyo...pues bueno, te la juegas. Pero de esta manera, aprovechándose de una mujer mayor, se me llevan los diablos.

Volvamos a la historia.

El yerno informático se mete en el ordenador de la suegra y mira las conexiones activas. Efectivamente, estaba un ordenador de fuera de la casa. La vecina. Perfectamente identificable.

Iba simplemente a cambiar la clave, pero sabiendo de lo limitado de la muchacha (no tan muchacha; ya tendrá sus cuarenta y muchos), se le ocurre probar a ver si ha sido tan torpe como para no protegerse. Y ahí estaba. Con menos protección que la piel de los ingleses sexagenarios que veranean en Benidorm.

Es como si El Dioni, el día que se fue a robar el furgón y se fugó a Brasil, se hubiera dejado una tarjeta de crédito con el PIN apuntado en un pos-it. En el asiento del furgón.

Así que la chica esta había dejado todos los parámetros de su conexión por defecto y con claves chorras: 12345 o similar. No recuerdo. Para los no entendidos, decir que para acceder desde el ordenador de la suegra al ordenador de la 'choriza' sólo había que abrir una carpeta y poner como clave "12345". Mi hija de 3 años habría podido entrar, tal y como se maneja ya el ordenador ;). Esta no me pedirá la propina: se hará una transferencia entre cuentas bancarias.

A partir de aquí, pues eso: échenle imaginación.

Documentos privados, cuentas bancarias, correos electrónicos...y fotos. Tenía acceso a todo el ordenador de la chavala. Insisto en lo de las FOTOS. No-sé-si-me-entienden. Ejem.

Eso es: eso que ustedes se están pensando. Premio.

Esta chavala tuvo suerte. Un tío menos buenazo que este la podía haber fastidiado pero bien. Desde borrarle todo el disco duro hasta...insisto en que le echen imaginación. Cuentas bancarias, contraseñas, documentos privados, fotos que compartir....

Pero como este hombre es un trozo de pan, se limitó a salir del ordenador, cerrar la conexión y cambiar la clave del router de la suegra. Y ni siquiera subió a ponerle la cara colorada, a la tipa. Reconozco que yo jamás habría dejado pasar esta oportunidad de hacer pasar un mal rato a un personaje de estos...qué quieren que les diga. No soy buena persona. Pero huelo bien, eso sí.

Cierro este post con la siguiente pregunta. ¿Qué habrían hecho ustedes en esta situación, en caso de haber sido el yerno informático?

Piénsenlo y, si tienen a bien, lo comentan.

Buenas noches.



sábado, 14 de enero de 2012

Ir de rebajas...y acabar en pelotas: Tangas de invierno.

Seguro que al leer esto la mayor parte de la gente ha pensado lo evidente: este tío le ha metido caña a la VISA hasta el punto de que ha tenido que dejar en prenda hasta los calzoncillos para pagar la última compra.

Bueno, la penúltima. Para pagar la última siempre te queda la opción de vender tu cuerpo (y conozco gente que se lo plantearía muy seriamente si en el Zara permitieran pagar así). Claro, que si eres como yo, poco agraciado, en vez de llevarte la compra lo más probable es que te lleves una somanta de leches. No por pervertido, sino por desagradable. Los espejos, como el algodón, no engañan.

Pero no hablemos del sentido del humor que tuvo Dios conmigo el día que me hizo. Todos sabemos que trabajar con resaca es malo, y el Santísimo la noche anterior había tenido la despedida de soltero de un cuñado.  Y se complicó, se complicó...y luego me hizo a mí en pleno bajón. Dejémoslo.

Volviendo a la historia...si bien la idea de irme en pelotas del Zara me va a quitar el sueño mucho tiempo...he de decir que esta anécdota no tiene que ver nada con la VISA, y sí con las bolsas estas de papel que ahora dan en las tiendas de ropa, sobre todo en las caras.

Esto sucedió hace ya meses, en una de las mil campañas de rebajas que ha habido este año. Tantas ha habido, que cuando paso por una tienda y no veo un cartel de REBAJAS, DESCUENTOS, LIQUIDACIÓN...hasta me sabe mal y pienso "qué sobraos".

Fue uno de los primeros días que dejó de hacer frío, así que sería por abril o mayo. Algo así.

Iba yo con mi mujer por la calle, no por acompañarla sino porque su VISA me había pedido protección policial ya que temía por su integridad física. Ahí estaba yo, tirándome en plan Kevincostner en El Guardaespaldas, para evitar que los malvados TPV de pago hicieran daño a mi VISA, y andábamos paseando por la zaragozana zona de la Plaza de Los Sitios, donde hay cienes de tiendas carísimas. De esas que si pasas lo suficientemente cerca del escaparate, te cargan 3 € en la tarjeta de crédito.

No sé qué pintábamos por allí, porque cuando intentamos entrar en esas tiendas pijas, las dependientas nos tiran piedras. Como dice un amigo, "olemos a pobre".

El caso es que estábamos por allí. Aparentando.

Unos 20 metros por delante de nosotros vemos salir de una tienda de esas que dan miedo, de las que das un rodeo para no pasar cerca (3 € por pasar cerca del escaparate, recordad), una señora de unos 40 años que, por decirlo claramente, estaba la tipa espectacularmente bien. No lo digo yo, lo dijo mi mujer. La señora aparentaba los años que tenía, pero tenía un tipazo, llevaba un vestido como de raso que decía "CUESTOUNHUEVO", bastante corto y...la señora tenía unas piernas impresionantes.

(No estoy recreándome en ello; es importante para la historia).

Nosotros nos paramos en el escaparate para decir algo así como "¿¿¿de verdad alguien paga 400 € por un bolso???" o similar, mientras intentaba arrastrar a mi mujer BIEN LEJOS, así que la señora esta nos sacó unos metros de ventaja. Iba cargadísima de bolsas, que llevaba colgadas en el brazo derecho.

Las mujeres que leen este blog igual ya se han hecho una idea: un vestido de raso, cortísimo...y unas bolsas colgadas en el brazo rozando el vestido...la cosa tiene su peligro.

Efectivamente: conforme iba andando, las bolsas de cartón iban subiendo centímetro a centímetro el vestido de la señora. El centímetro pasó a ser cuatro dedos.

Mi mujer me avisa de ello (como si yo no me estuviera fijando, ejem) y me dice

- Cuanto note el viento fresco en cierta zona, se dará cuenta.

El caso es que porque quizá porque era un día en que ya hacía calorcillo, porque la señora tenía el culo de cartón piedra o porque el tanga que llevaba era térmico...la tía no se daba cuenta.

Así que cuando, os lo juro, tenía gran parte del moflete derecho a la fresca...hasta el punto de que se le veía el tanga (durante un rato pensábamos que ni llevaba ropa interior)...y con la calle abarrotada de gente, le digo a mi mujer

- Joder, Carmen...dile algo a la pobre que estoy empezando a dejar de disfrutar con la vista y me está empezando a dar pena.

Ella me dice que le da corte, que no sabe cómo decírselo

- O se lo dices tú, tía, o se lo digo

Y ahí metió la pata. Me dijo:

- No tienes huevos.

Huyyyy, lo que me ha dicho mi mujer. Huy, que ha dudado de mi virilidad. Con lo macho que soy yo y las uñas tan estupendas que me han dejado en la manicura...

Así que aceleré esos metros de distancia, le toqué en el hombro y le dije

- Disculpe que la moleste...pero lleva la parte trasera del vestido subida hasta la cintura.

Iba a hacer un comentario gracioso también, pero viendo el cambio de cara de la pobre mujer, decidí meterme la gracia en un sitio que no voy a decir.

Se bajó el vestido como pudo, que hay que ver lo difíciles que son la cosas fáciles cuando uno las hace cuando si le fuera la vida en ello.

Mi mujer nos alcanzó y seguimos adelante, con la sonrisa en los labios. Mi mujer destacaba, una vez más, la poca vergüenza que tengo para según qué cosas.

Y al rato oímos que nos dicen por detrás

- Muchas gracias -

La mujer, roja como un tomate, nos dedicó una sonrisa cómplice. ¿He dicho ya que era muy guapa?