sábado, 11 de febrero de 2012

Mónica Lewinksy era una emprendedora. Y vivía en mi barrio.

Hay gente que te pone muy difícil el ser comprensivo y no discutir con ellos. 

Sabréis que estáis delante de esta gente cuando de tanto morderos la lengua tenéis los calcetines húmedos. De sangre, digo. 

Entonces es cuando estáis 'disfrutando' de una persona que ha nacido para tocar los coj...las narices.

Situémonos: unos días antes de la ola de frío que me ha hecho sacar los guantes y el gorro por primera vez en tres años, tuve una revelación: mi plumas de Nike, ese que tengo desde que el primer humano se planteaba si seguir en el árbol o bajarse al suelo, tenía tanta mierda que estaba a punto de tomar consciencia de sí mismo. Como Skynet, pero versión asquerosa.

Llegaba a un punto que el propio abrigo me recomendaba de palabra no usarlo: "Eh, tío. ¿me vas a usar? ¿no sabes que me da vergüenza salir así a la calle? Si me sacas de esta guisa, prometo usar ese cordón que sirve para ajustarme por la parte de abajo...y que llevas MUY cerca de los genitales..."

Este último argumento me convenció: a la tintorería a gastarme 12 euros. 

He de decir que llevaba varias manchas elegantes. De esas que dicen de tí que eres un guarro, pero un guarro que se lo curra. De calidad. Capriche de Dieux!. 

Sobre todo una en el hombro que no aventuro cómo me eché. Teniendo dos hijas, cualquier cosa es posible. Cualquiera.

Decir que sin tener nada que ver con el origen (supongo), Mónica Lewinsky hubiera estado orgullosa de mí, como High Scorer Woman en el arte de las manchas. Adoro a esa mujer por su espíritu emprendedor: jamás una persona ha sabido sacar mayor partido a una mancha.

Eso se llama "visión de negocio". Vio venir la oportunidad (perdón por la expresión) y montó un negocio de repercusión internacional.

...siempre me he preguntado en qué momento se le ocurrió el plan. Antes, durante, después...

Yo creo que fue en la Tintorería. Me explico.

De hecho yo creo que Mónica bajaba a la misma que yo y que le pasó alguna historia como la que me sucedió a mí y, en vez de cabrearse, decidió sacarle partido a la ineptitud de la dependienta...para gran pena de Bill Clinton. Pena posterior. Supongo que alguna alegría sacaría el del saxofón del tema. Claro.

Que me salgo del tema. Volvamos a la historia.

Total que me llevo mi plumas, no el vestido de Mónica, a la Tintorería que tengo más cerca de casa y le digo a la chica: 

- Yomim-mo. Buenos días. Mira, te traía este plumas, pero ya te aviso que aunque lo pone en la etiqueta, NO LO LAVES EN SECO que no salen las manchas. Te aviso porque siempre-siempre me lo tenéis que repetir. 

- Dependienta: No te preocupes. Aunque lo diga la etiqueta, siempre lavamos en mojado.

Hombre tía. Eso no me da mucha confianza, ¿eh?. Si te pasas por el forro las recomendaciones de la prenda al menos no me lo digas, ¿no?

Pero bueno, es igual. Yo ya lo había avisado.

Así que a las 24 horas, y con la ola de frío en ciernes, voy a buscar el abrigo...sabiendo lo que iba a pasar. Me entregan el abrigo, lo saco de la bolsa y, of course, ahí seguían las manchas. 

CONVERSACIÓN MOLONA CON LA DEPENDIENTA

- Yomim-mo: Oye, perdona. Las manchas no se han ido..

- Dependientaguay: ¿Qué? ¿Seguro?

- Yomim-mo: Sí sí. Compruébalo tú mismo si no te fías (sonrisa conciliadora).

Aquí es donde empieza a complicarse la cosa

- Dependientaguay: Hombre, no ha quedado perfecto, pero está mejor que antes. Si te fijas, la mancha del hombro ESTÁ MUCHO MEJOR.

Oh, ah. ¿Qué acaba de decir esa mujer? ¿Lo he entendido bien?

A ver, hija de mi alma. No estamos hablando de mi dolor de espalda o de un sarpullido genital. Una mancha NO-PUEDE-ESTAR-MEJOR. O está o no está. Si está, es una guarrada. Si no está, entonces la cosa SÍ ESTÁ BIEN.

Evidentemente uno no espera que le digan eso y se queda como atontao. Me doy cuenta de que la sonrisa conciliadora sigue en mis labios y la borro de un plumazo y me la quedo mirando intentado averiguar si es que la tía se está riendo de mí, es una mujer que se siente herida en su orgullo porque estoy atacando su trabajo...o si es tonta de verdad. 

- Yomim-mo: ... 

No sabía qué decir, la verdad. Salvo alternar mi mirada entre la puñetera mancha del hombro y la chica esta.

La dependienta se debió dar cuenta de que empezaba a llegar al punto de ebullición y me dijo:

- Dependienta: De todas formas no pasa nada. Lo volvemos a lavar y listo.

- Yomim-mo: Pero, ¿me lo vais a dejar bien o va a volver a salir con la mancha mejorada? Es que si no van a salir las manchas, me devolvéis el dinero y me lo llevo a otro sitio...

Ahí yo ya había salido de ni asombro y estaba un poco enfadado. Copón. Y la tía ya cambia su expresión y se la empieza a ver realmente ofendida...

- Dependienta: Mira. Me lo dejas unos días y así nos aseguramos...

Hala...todo el puente de mayor frío del año, sin plumas. Viva y bravo. Pero, ¿qué iba a hacer? El Plumas tenía vida propia. Tenía miedo de que me agrediera en los gitanales, recuerden.

CONCLUSIÓN

Unos días después voy a buscar el abrigo. Y, efectivamente, estaba completamente limpio. 

Estoy ya me había pasado antes, por lo que sé que independientemente de las milongas que cuenten, la primera vez siempre lo lavan en seco. Supongo que por ahorrar agua, o qué se yo.

Así que se lo digo:

Yomim-mo: Siempre me tenéis que lavar este abrigo dos veces. Ya estoy acostumbrado. Si me hubierais hecho c...(no me deja acabar la frase)

Dependienta: ¡Pues hombre, parte de la culpa la tienes tú POR NO AVISARNOS!

Tira. Para qué discutir. En ese punto no va a reconocer que sí se lo avisé, así que sin contestarle cogí el abrigo y me largué. Me he propuesto a mí mismo no volver allí...como hago siempre. ¿Se puede ser más capullo?

Hala. Ya puedo usar mi inmortal abrigo. Otro año más. Y van...



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